Nunca habíamos enfrentado algo así, el miedo y la incertidumbre se aprovechan para invadir nuestras vidas. Y más aún si tenemos débil nuestro espíritu. Así como una buena alimentación y ejercicio nos ayuda a tener un cuerpo sano, y alimentamos, igual debemos alimentar nuestro espíritu. ¿Cuál es el mejor alimento?
Empecemos por autoevaluarnos, en esos días que tenemos un ALTO obligado y meditemos.
¿Nos damos cuenta de que hemos dado importancia a cosas que no merecen esa importancia? Que hemos prestado atención o que no hemos compartido lo suficiente con nuestros seres queridos, si hemos sido egoístas, desentendidos, apáticos… la vida nos está dando la oportunidad de encontrar lo bueno dentro de nosotros, oportunidad de ser solidarios con los más necesitados y vulnerables, oportunidad de colaborar siguiendo las indicaciones de los expertos, oportunidad de respetar a los que hasta ahora han sido invisibles y que son los verdaderos héroes de la sociedad, a mostrar empatía a muchos que han estado privados de libertad o no tienen un hogar.
Qué mejor manera de alimentar el espíritu autoevaluándonos y poniendo en práctica todos los poderes que tenemos dentro y sacarlos, reacomodando nuestros valores, no solo haremos al mundo un gran regalo, también nos sentiremos mucho mejor y con un espíritu fortalecido.
Y después de que esto pase, tengamos memoria en nuestro corazón, no olvidemos lo que nos hizo sentir paz, no olvidemos a quienes nos dieron fuerza para resistir, no olvidemos a quienes sin conocernos nos cuidaron, ¡seamos todos guerreros de luz, ahora y después! ¡Brillemos juntos!