Para nadie es un secreto que este año fue como cuando vamos a la playa, nos imaginamos disfrutando del mar, pero estando una vez ahí, nos revuelca una ola y terminamos con arena en la boca.
Igual que nos pasa en muchos otros momentos, podemos elegir si ese evento nos amarga el paseo, o aprendemos a sortear las olas que inevitablemente seguirán viniendo.
La manera en que tomemos cada situación que se nos presenta, determina mucho de cómo vemos la vida. Nuestra actitud, nuestros pensamientos y por supuesto nuestras acciones también, son lo que al final marcará la diferencia en cómo vamos armando nuestra historia.
La Navidad y el Covid no eran dos situaciones que nos imaginábamos irían juntas, pero la realidad es que lo serán, al menos, este año. Estamos a las puertas de celebrarlo y la etiqueta tiene mucho que ver en esta ocasión. ¿Por qué? Porque la etiqueta nos habla de respeto, consideración y sinceridad, y cuánta falta hace tenerlo presente en esta época.
Hoy día el respeto por el acatamiento a los protocolos sanitarios deja de ser una cortesía y pasa a ser una situación de enfermedad o muerte. Normalicemos el corregir con respeto a quienes vemos incumpliendo una norma de salud, por el bien suyo y el nuestro. Recordemos que no podemos asumir que lo hacen adrede, y por el contrario, corrigiendo con respeto y con intención genuina por cuidar de la salud, estaremos a salvo todos.
La consideración por los demás debe estar tan presente como la consideración por nuestra propia salud y bienestar.
La consideración por los demás debe estar tan presente como la consideración por nuestra propia salud y bienestar. Es por eso que hoy más que nunca debemos poder definir nuestros límites y actuar en base a nuestros principios. Sin importar lo que suceda, o cuánta presión social haya por asistir a reuniones fuera de nuestra burbuja, siempre que actuemos fieles a nuestros principios, sabremos que estaremos bien.
La sinceridad, por su parte, más allá de tratarse de no mentir, nos recuerda la importancia de saber decir las cosas, especialmente en una época donde el contacto humano es limitado y aún más el físico o social. No permitamos que nuestras emociones destruyan relaciones, y más allá de ello, seamos conscientes de cuanto puede afectar una palabra. Aceptemos que hay quienes piensen distinto y lejos de ver las diferencias, pensemos que lo que nos une.
Recordemos que el verdadero significado de la Navidad es la unión, la reflexión y el respeto. Es fácil dejar a un lado el pensar en regalos, pero este año más que nunca, que ha sido tan duro a nivel económico para muchos, no comprometamos a los demás a darnos regalos. Más allá de dar uno y esperar otro a cambio, demos las gracias por estar con salud y en contacto, así sea virtual. Aceptemos que la distancia es nuestro mejor aliado en este tiempo y normalicemos el excusarnos de asistir a actividades sociales donde se comprometa nuestra salud o la de nuestros seres queridos.
Aprovechemos el tiempo enviando saludos sinceros esta navidad, enviemos tarjetas digitales con una foto familiar, deseándoles a nuestros seres queridos salud, trabajo y amor para que la próxima Navidad no falte nadie.
La etiqueta nos enseña el camino para construir relaciones que duren, y ese es mi mayor deseo para ustedes este fin de 2020.
Agradezcamos lo que pasó y permitámonos construir un mejor 2021.
¡Felices y muy seguras fiestas a todos y todas!