El sedentarismo es una condición que se encuentra cada vez más presente en el modo de vida de la población mundial. Este tuvo sus inicios cuando en tiempos antiguos las civilizaciones pasaron de ser nómadas a establecer grandes asentamientos, que eventualmente se transformaron en las metrópolis que actualmente conocemos. En el pasado el gasto energético que poseía un individuo se encontraba en equilibio con lo que este consumía, cosa que actualmente no sucede. Hoy en día las personas consumen alimentos con altos contenidos calóricos y debido a la industrialización y el desarrollo tecnológico, su modo de vida se caracteriza por ser poco activo, por lo que su gasto energético es muy bajo.
Según Varo, Martínez y Martínez (2003) en los últimos años se ha profundizado cada vez más en el estudio de la actividad física, tanto en los efectos saludables de su práctica habitual como en la relación que su ausencia mantiene con el desarrollo, mantenimiento y agravamiento de diversas actividades crónicas. Algnas de estas enfermedades con la mayor incidencia se encuentran la obesidad, la diabetes, osteoporosis, enfermedades mentales, cáncer (en especial mama, colon y pulmón) y enfermedad cardiovascular (que se toma en muchos casos como consecuencia de estar diagnosticado con alguna de las anteriores o con varias de ellas).
Como plan para luchar contra este reciente cambio epidemiológico se proponen varias estrategias, según Córdova, Barriguete, Lara, Barquera, Rosas, Hernández, De Léon y Aguilar (2008) es posible reducir la mortalidad consecutiva de las Enfermedades Crónicas no Transmisibles (ECNT) al combinar la prevención (mediante la identificación y atención de los sujetos en riesgo) y el tratamiento eficaz de los casos. Se cita también que
Se deben incluir acciones universales, focalizadas y específicas para lograr abatir el efecto del as ECNT. Estas acciones solo pueden llevarse a cabo con el consenso de la sociedad y el apoyo gubernamental. Todas ellas fomentarían el cambio a un mejor estilo de vida para la población en general, a través de programas educativos escolares de alimentación combinado con un estímulo masivo para la práctica diaria de la actividad física como medida preventiva. En el caso de ser pacientes que ya poseen alguna de estas afecciones, se ha recomendado abordar el tratamiento de una forma interdisciplinaria (nutrición, psicología, medicina, movimiento humano), que tome en cuenta los gustos, intereses y contexto social del paciente para intentar aproximarse al problema desde todos los ángulos posibles.
