¿Les ha pasado que se hace más fácil ver lo que no tenemos o lo que todavía no hemos alcanzado que lo que sí? De alguna forma la mente nos hace creer con juegos capciosos, que lo que tenemos o cómo somos no es suficiente.

Comparamos constantemente si alguien fue, vino, o hizo “más” que nosotros y eso nos hace perder la perspectiva de todo lo que hemos logrado, ¡y todo lo hermoso que sí somos!

Amarse no es conformarse ¿entonces por dónde comenzamos? Amémonos lo suficiente para perdonar todo lo feo que nos hemos dicho al espejo. Lo suficiente para dejar ir todos los calificativos negativos que otros nos han tratado de imponer y que han marcado nuestra imagen propia para mal. Y volvamos a reconstruir nuestra imagen con lo verdaderamente importante: nuestra esencia. Eso que nos hace únicos, especiales e irreemplazables, sabiendo que como estemos adentro será reflejo de cómo nos vemos por fuera.

Dejemos de querer tratar de vernos como los demás porque la primera y verdadera relación que importa, la tenemos frente al espejo.

¡Entre más trabajemos en nosotros, menos ruido hará lo de afuera!