En mis talleres de IKIGAI explico la importancia de tener un propósito de vida. Esta filosofía japonesa coincide con la psicología positiva, la cual ha comprobado con estudios científicos que tener un propósito o proyecto de vida nos motiva, nos empuja y nos satisface. Digamos que puede llegar a ser un motor fundamental de nuestras vidas.
El propósito surge de nuestro interior, de una necesidad de llevar a cabo algo con significado, algo importante, en dónde enlazamos talentos, capacidades, valores, visiones, misión y oportunidades. Algunas personas lo hacen en una proporción menor y otras realmente viven su propósito y lo convierten en su legado y precisamente hoy, quiero contarles sobre una de estas personas que me ha dejado a mi y a muchas generaciones un legado invaluable.
Hace una semana me contactó un viejo amigo para invitarme a participar en un chat que estaba formando de los Scouts de la Tropa 74 de Desamparados, Costa Rica la cual fui miembro en mi infancia y temprana adolescencia. Me contactó con la triste noticia de que el fundador de esta tropa se encontraba muy mal de salud, en coma ya varios días. Yo a Eddy Arias Sánchez no lo recuerdo mucho (porque era muy pequeña cuando lo conocí y bueno ya hace unos 35 años, la memoria empieza a fallar!), pero lo importante es que si recuerdo todas las enseñanzas que me dejó su legado. Al chat se han unido ex integrantes de la Tropa 75, haditas, lobos, guías, scouts y roberts de diferentes generaciones. Al leerles y escuchar sus mensajes han venido a mi memoria hermosos recuerdos: los juegos, entre mis favoritos “argolla india” y “acecho” en los que aprendí el significado de trabajar en equipo, de hacer estrategias y conseguir objetivos. Recuerdo también, que cada obtención de una insignia venía acompañada de la enseñanza de la perseverancia, la disciplina, la curiosidad, la observación, entre otras habilidades que íbamos desarrollando. Las promesas que realizamos ante Dios, ante mi país, ante la sociedad, me inculcaron el valor del compromiso. El servicio al prójimo, el amor por la naturaleza y el respeto a los mayores… y podría seguir con una gran lista de lo que cada día aprendíamos de manera divertida, no impuesta pero si comprendida desde los ojos inocentes de los niños y niñas que nos reuníamos cada fin de semana y que nos emocionamos y esperábamos con ansias los paseos y campamentos.
Desde los ejercicios de supervivencia, las canciones, las largas caminatas con peso en las mochilas pero que por ir disfrutando se hacían livianas hasta los grandes valores aprendidos lo he utilizado a lo largo de mi vida. Podría decir con plena seguridad que mi carácter explorador y aventurero viene de mi paso por la tropa 74, y estoy completamente segura que muchos que pasaron por ella compartirán mi sentir.
Termino dándole infinitas gracias a Eddy por el gran legado que dejaste, Dios te tenga en la gloria, desde donde estés, escucharás muchas veces más: ¡TROPA 74 SIEMPRE LISTOS!
Mientras viváis en este mundo, tratad de hacer algo bueno que perdure después de vuestra muerte
-Baden Powell